01 Nov 2018
Ahorrando en familia
¿Ahorrar? ¿Con la cantidad de gastos que generan los hijos? ¡Imposible!

Es cierto que la crianza de los hijos es una fuente inagotable de gastos, pero si querés evitar que cualquier situación inesperada afecte al bienestar de tu familia, necesitás contar con un fondo para imprevistos.
El siguiente paso para una economía familiar sana es llegar a fin de mes… sin recurrir al endeudamiento. Es preferible evitar el crédito y realizar un ahorro específico para las vacaciones, fiestas de quince, y cualquier otro bien o servicio que sea de consumo ocasional. Los intereses de los créditos pueden convertirse en un gasto enorme, con un efecto contrario al deseado: hacer cada vez más difícil llegar a fin de mes. Consultá la sección Cómo y cuándo endeudarse.
Ahorrar en familia es cosa de todos. Si ya tenés claro cómo manejar la economía en pareja, llegó el momento de enseñar a tus hijos a usar la plata con sentido común. Para los más chicos, ¿por qué no empezar con la alcancía-chanchito de toda la vida?
¿Llegaron tus hijos a esa edad en la que ya reciben algo de plata para sus gastos? Puede ser muy educativo dejar que aprendan en la práctica que el dinero no es elástico y que tienen que elegir bien para qué lo van a utilizar.
Si querés prepararlos aún más para el mundo real, podés abrir una caja de ahorros gratuita en la que tus hijos menores de edad figuren como autorizados (sólo un menor por cada cuenta). Él y vos recibirán una tarjeta de débito sin costo, y vos decidirás el monto máximo de los movimientos que puede realizar.
Revisá y adaptá tu plantilla de objetivos financieros, para incluir todo lo que se refiere al cuidado y la educación de tus hijos.
El amor se demuestra ahorrando.
Amamos tanto a nuestros hijos que queremos darles todo, todo, todo. Y los chicos parecen hechos para pedir, pedir, pedir. Aunque es tentador ceder a sus deseos para verlos felices, todos sabemos que esa “felicidad” tan costosa desaparece rápidamente. La mejor educación que podemos dar a nuestros hijos es ayudarles a distinguir los deseos de las necesidades. ¡Claro que merecen entretenimiento y caprichos! Pero también merecen aprender el valor del ahorro y del consumo inteligente.